Alice Embree :
LIBROS | ‘Haydée Santamaría,
Revolucionaria cubana’

Margaret Randall, integrando la voz de una poetiza en su obra, le da dimensiones humanas a los héroes de la revolución cubana.

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Por Alice Embree | The Rag Blog | 1 de septiembre, 2015

Traducido del inglés por Cecilia Colomé

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853px-Rag_radio2Escuche nuestra difusión en internet de Rag Radio con Margaret Randall y el anfitrión del programa Thorne Dreyer hablando sobre los temas en este artículo. También participa Alice Embree del Rag Blog abordando acontecimientos de Centroamérica y Cuba. El programa fue difundido originalmente el viernes 1 de septiembre, 2–3 p.m.,en KOOP 91.7-FM en Austin. La entrevista es en inglés.


[Haydée Santamarîa, Cuban Revolutionary: She Led by Transgression, (August 2015: Duke University Press); Paperback; 248 pp; $23.95; Hardcover; 248 pp; $84.95]

El libro más reciente de Margaret Randall es un homenaje a la revolucionaria cubana Haydée Santamaría. Es la historia de una mujer con educación del sexto grado de primaria que creció en un ingenio azucarero en una provincia de Cuba. Haydée desafió los papeles de género tradicionales en su juventud a principios de los años cincuenta y participó en cada aspecto de la lucha cubana.

Se unió a su hermano, Abel, en la Habana, y estuvo ahí durante el golpe de estado de Fulgencio Batista. En el departamento que Haydée compartía con su hermano, un grupo de insurgentes jóvenes se reunieron para imaginarse y planear el derrocamiento del dictador. El grupo incluyó al comprometido de Haydée y al barbudo abogado Fidel Castro.

En 1953, Haydée fue una de las dos mujeres que participaron en el asalto del
cuartel de Moncada.

En 1953, Haydée fue una de las dos mujeres que participaron en el asalto del cuartel de Moncada. Muchos de los insurgentes murieron y muchos fueron encarcelados. Encarcelada después del ataque, los guardias de la prisión le llevaron los ojos de su hermano y el testículo aplastado de su comprometido para forzarla a hablar. Ella se negó rotundamente. La pérdida de su hermano y de su comprometido le pesó en el corazón hasta su muerte en 1980. Margaret Randall cita a Haydée diciendo: “ No morí en Moncada pero ahí dejé mi vida”.

El asalto al cuartel fue una derrota militar pero la audacia de la acción galvanizó la insurgencia cubana. Un movimiento nacional que tomó el nombre de la fecha del ataque a Moncada — 26 de julio — se fusionó en una fuerza revolucionaria. Al ser liberada Haydée después de una condena de siete meses, ella visitó a Fidel en la prisión y sacó a escondidas “La historia me absolverá”. Fidel había escrito esas notas para su defensa legal. Fueron publicadas y se convirtieron tanto en una llamada para la insurgencia como también en un proyecto para una Cuba diferente.

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Margaret Randall.

Haydée realizó varias tareas para la revolución. Ella construyó organizaciones clandestinas, organizó el apoyo entre la comunidad de exiliados en Miami, adquirió armas y municiones de la mafia de Florida, y después participó en la insurrección armada en la Sierra Maestra con Fidel, Che y otros. Esas acciones militares fueron decisivas, Batista huyó del país y los revolucionarios realizaron su regreso triunfante a la Habana el 1 de enero de 1959.

Después Haydée se hizo cargo de una tarea revolucionaria diferente — la administración de la Casa de las Américas de Cuba. Durante dos décadas se distinguió en ese puesto, haciendo de Cuba un faro de arte revolucionario, cultura latinoamericana y de solidaridad internacional. Los posters, la reuniones culturales y los premios literarios cubanos tuvieron un impacto más allá de las fronteras de Cuba. El liderazgo y visión de Haydée dieron forma a la Casa de las Américas, y la misión cultural de la Casa ayudó a romper barreras del embargo que Estados Unidos estaba determinado a imponer.

El liderazgo de Haydée en la Casa de las Américas fue reconocido internacionalmente.

El liderazgo de Haydée en la Casa de las América fue reconocido internacionalmente. Randall ha recolectado correspondencia y fotografías que ilustran el impacto que ella tuvo en artistas, músicos y escritores, y el gran afecto que ellos le tenían. Entre aquellos citados están el premio Nobel Gabriel García Márquez, el artista chileno Roberto Matta y la cantante chilena Isabel Parra. En este trabajo cultural, Haydée recibió con los brazos abiertos la diversidad y no se amoldó a las convenciones del realismo socialista. “She Led by Transgression” (“Ella guió a través de transgresión”), es el subtítulo del libro. Haydée lo hizo así mediante la protección y la amplificación de la voces creativas — aquellas de mujeres, gente de color y homosexuales — que de otra manera hubieran sido reprimidas.

Margaret Randall integra la voz de una poetiza a su obra. Ella recopila historia, averigua en correspondencia, entrevistas e investigación, pero lo infunde con una calidad lírica poco común. El último capítulo del libro de Randall de hecho es un poema evocativo inspirado en la vida Haydée.

che on my mind 2En su libro publicado un año antes, Che on My Mind, Randall rinde homenaje a otro héroe cubano, pintando un retrato del hombre — el mito, la visión, el legado — mostrando las dimensiones humanas con la luz danzando en muchas facetas. El libro de Haydée tiene las mismas cualidades — tanto de historia como de iluminación.

Che murió en combate y es celebrado como héroe. Haydée se quitó la vida en 1980. Randall explora con compasión la muerte de Haydée. La revolución cubana no podía aceptar fácilmente su suicidio, y la muerte de Haydée no fue lamentada como una heroína en la Plaza de la Revolución. Con la perspectiva del tiempo, así como también como la comprensión de la carga que puede imponer la pérdida y depresión, Randall celebra la vida Haydée y le da al mundo otra oportunidad de lamentar su muerte.

Ambos libros de Randall han despertado mis recuerdos de Cuba.

Ambos libros recientes de Randall han despertado mis recuerdos de Cuba en 1968. Yo fui a Cuba en un viaje para romper el bloqueo. Este viaje fue organizado por los Estudiantes en favor de una Sociedad Democrática (SDS por sus siglas en ingles “Students for a Democratic Society”) antes que las Brigadas Venceremos fueran organizadas. Recuerdo que mi delegación aplaudió cuando nuestro autobús pasó por una estación de cuota en una autopista sin que se detuviera porque no había cuotas. Me acuerdo que los autobuses costaban cinco centavos y los teléfonos “de paga” era gratuitos.

Cuba había eliminado el analfabetismo y había establecido un sistema de salud universal y gratuito y oportunidades en educación. Había escasez en las tiendas de abarrotes, opciones limitadas, jabones sin envoltura comercial, cajas para el reciclaje de contendedores de medicina en las farmacias.

Los carteles que antes habían anunciado sodas habían sido pintados de nuevo con mensajes revolucionarios — imágenes de Che Guevara o Camilo Cienfuegos, dichos como “Hasta la Victoria Siempre”. Cuba era un punto de avance en cuanto a resistencia y solidaridad para las luchas de liberación en todo el mundo.

Los cubanos conocían el nombre de mi ciudad natal, no como un paraíso pero como la ciudad donde Charles Whitman había matado a tiros a gente desde la torre de la Universidad de Texas. Ellos quizá podían ver más claramente que nosotros hacia donde nuestra cultura de violencia se dirigía.

Éramos jóvenes y no llevábamos aun cicatrices de batalla, apenas en el filo de 1968.

Éramos jóvenes y no llevábamos aún cicatrices de batalla, apenas en el filo de 1968 — un año que seria marcado por la Ofensiva Tet, los asesinatos de Martin Luther King, Jr. y Robert Kennedy, las demonstraciones en la Convención Democrática de Chicago, y los levantamientos de estudiantes alrededor del mundo desde Columbia University hasta Francia, México y Japón.

Viajamos de Cuba a Canadá en un buque de carga, cruzando de regreso hacia Estados Unidos cerca de St. John. Recuerdo el regreso al anuncio omnipresente de Norteamérica — sintiendo el gran peso del consumismo descendiendo como éter alrededor de nosotros. Recuerdo que el sentimiento de racismo era palpable en las calles de Nueva York, visible en una manera que no lo era en Cuba. Y desde luego, recuerdo la visita del FBI después del viaje, como si yo necesitara un recordatorio que el Departamento de Estado dijo que no debería viajar a Cuba.

Ambos libros recientes de Randall hacen revivir a Cuba. Estos libros coinciden perfectamente con el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y el relajamiento de restricciones de viaje. Estos libros transmiten la vívida historia del cambio revolucionario. También muestran las dimensiones humanas de los héroes de esa revolución, recordándonos lo que arriesgaron, las pérdidas que sufrieron, y lo que ellos alcanzaron lograr.

Para leer más artículos de Alice Embree aquí.

[La editora asociada Alice Embree es co-presidenta de Friends of New Journalism y una veterana de SDS, el Rag original, y del movimiento de liberación femenina. Desde hace muchos años Alice ha sido una activista, organizadora y miembro del Sindicato de Trabajadores del Estado de Texas en Austin.]

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